En estos días que fui a una de
las tantas clínicas de la ciudad en donde habito, para realizar una consulta,
me encontré con que al llegar a la recepción no había fila de ningún tipo y la
atención inmediata se la ganaba la persona que más gritara. Poniendo en práctica
toda la técnica Zen posible, estuve 15 minutos esperando educadamente poder por
lo menos, acomodarme frente a la señorita que atendía con el fin de realizarle
la consulta, por supuesto, de una manera respetuosa. Cuando estaba cerca,
tuvimos un cruce de miradas en el cual ella notó mi molestia y me dijo: ¿En qué
le puedo colaborar?, yo la mire, observe a mi alrededor, noté que había dos
personas que habían llegado antes que yo y le dije: “ Primero atienda a estas
dos personas que han llegado antes que yo y luego si me atiende” inmediatamente
las miradas se voltearon sobre mí como el bicho más raro del sitio y enseguida
le dije: “De paso mire a ver si organiza bien la fila para no atender primero
al que grita más duro”. Ella, contrariada por mis dos respuestas procedió a
atender a las dos personas que yo había señalado y luego me atendió con la
dulzura característica de una señorita que atiende en una recepción sin ningún
tipo de orden ni de fila, es decir: MAL.
Mientras hacia la “fila” o mejor
dicho mientras peleaba por llegar al escritorio, pensé lo difícil que es en un
país cuyos habitantes no sabemos hacer fila, conseguir la Paz; más allá de eso, un país en que la gente
decente le da miedo sancionar a una persona que se “cola” o se “mete” en una
fila sin respetar el orden con el fin de evitarse recibir una mala mirada, un
golpe, una puñalada o en el mejor de los casos un insulto. Para evitar este
pánico y posiblemente una inesperada visita al hospital no para una consulta
sino para una urgencia, me comprometí a
enseñar a mis futuros hijos, sobrinos, amigos, esposa, entre otros, la importancia
de hacer una fila, no sólo para subirse a un bus, o realizar una diligencia en
el banco sino también en un trancón, en un hospital donde todo el mundo tiene
urgencias, en los aeropuertos y en las tiendas. Si los colombianos logramos
incorporar este sencillo elemento de convivencia y respeto, seguramente
estaremos encaminados a vivir en Paz independientemente de las decisiones que
se tomen en la Habana.
Imagine usted la cantidad de
dinero que se ahorrarían las empresas eliminando los famosos turnos con su
respectivo pito fastidioso, si todo el que llegara a un sitio preguntará quien
es el “último” en la fila? acto seguido se sentara a descansar y únicamente
estuviera pendiente del “último” en vez de estar pendiente de todos en la fila?
Imaginan ustedes los servicios de transporte masivo donde la gente respetara
las filas, dejara salir y después entrar, y finalmente saludara a todo el mundo
cuando llega a hacer la fila?
Admito que no soy el primero ni
el último que ha dicho esto, mi admiración total al profe Mockus por su intento
de educar a la población Bogotana y de paso a la Colombiana, yo, el resultado
de uno de esos intentos. El respeto y la educación son más importantes que
estar pendientes de las personas que están en la Habana discutiendo acuerdos de
PAZ, y esto nace de saber hacer una fila para que nos atiendan así sea en una
clínica.
DANIEL PEDRAZA ISAZA
paquepaz@gmail.com
DANIEL PEDRAZA ISAZA
paquepaz@gmail.com
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